top of page

Adolescentes migrantes en su paso por México

Migrar es un fenómeno natural y mundial, sin embargo, las experiencias y situaciones que viven día con día las personas en movilidad, de ninguna manera pueden y/o deben catalogarse como naturales o normales. De acuerdo a la Unidad de Política Migratoria (2023), de enero a noviembre de 2023, el Instituto Nacional de Migración ha identificado 107,452 niñas, niños y adolescentes extranjeros en México y de ellos el 97.8% provenían de Centroamérica. 


A este respecto, México ha sido un país de origen, tránsito, retorno y en los últimos años también destino de personas migrantes que salen de su lugar de origen en busca de mejorar su calidad de vida. De enero a noviembre de 2023, se registró un total de 23,022 de niñas y niños menores de 18 años que fueron repatriados de Estados Unidos a México (REDIM, 2023).


En nuestra labor como interventoras educativas con infancias migrantes, sabemos y reconocemos lo importante de escuchar sus voces e historias, por lo que conversamos con adolescentes, que se encuentran sin acompañante, en algunos albergues de Tapachula, Chiapas, para conocer su experiencia como adolescentes que migran de países de Latinoamérica como: Venezuela, Honduras, Guatemala, Ecuador y El Salvador.


¿Por qué las personas menores de edad, deciden salir de sus hogares en busca de mejores oportunidades? Dejan atrás a su familia, amistades, lugares conocidos, sus comidas y tradiciones. Deciden dejar atrás la vida que conocen. Dejan la aparente seguridad y estabilidad de su hogar, porque en muchas ocasiones su entorno amenaza esta seguridad. Lo dejan todo en la búsqueda de un sueño.


Han recorrido la selva caminando, ¡países caminando!, y están cansadas, están cansados. Salieron de sus países porque aún el sueño americano les sigue pareciendo tentador. ¿Y por qué no habría de serlo? Ellos escaparon de la muerte, de las pandillas. Ellas no pudieron seguir viendo a su mamá llorar, desesperada por no tener trabajo. En sus países la situación es desgarradora.


En el caso de Honduras, acorde al informe de PNUD (2022), ha habido un aumento en cuanto a casos de homicidio, accidentes de tránsito, suicidios y delitos sexuales. Estos escenarios de pobreza, delincuencia y corrupción son algunos motivos por los que se encuentran en estos albergues las y los adolescentes. Aún no cumplen ni 18 años y eligieron reiniciar su vida porque la vida en su país es insostenible, como ellos mismos mencionan: “Toca empezar de cero. Acostumbrarse”. 


Han visto a personas morir en la selva, se han enfrentado al peligro, violencia, robos y secuestros de los que son víctimas las personas migrantes; y a pesar de eso las y los adolescentes con los que trabajamos gustan de conocer ciudades, países y nuevas personas. “Cuando estás encerrado en tu país te asusta la diferencia”, menciona con orgullo un adolescente, que considera que migrando ha aprendido a vivir en igualdad con personas diferentes a él, pues en el albergue que se encuentra convive con adolescentes que vienen de países de Centro, Sudamérica, y hasta de África y Asia. Los chicos hacen el intento de comunicarse entre ellos a pesar de sus diferentes idiomas y se enseñan regionalismos propios de sus países. Aunque siguen sufriendo la segregación que les da su condición de migrante, poco a poco aprenden a reconocer y validar la riqueza que hay en sus diferencias. 


Por otra parte, al visitar los albergues, donde se encuentran niñas, niños y adolescentes mujeres, se evidencia cómo ellas adoptan las tareas de cuidados históricamente subestimadas y atribuidas al género femenino. Se puede ser testigo de chicas consolándose entre ellas al no tener respuestas favorables de su proceso migratorio, ver cómo las más grandes apoyan a las más pequeñas en las actividades comunales o cómo se dan consejos entre ellas para cuidar su salud física y emocional, sobre todo si alguna está lastimada o embarazada. 


Las chicas y los chicos han pasado por todo esto y ahora que se encuentran en albergues, no saben qué pasará en el futuro; procuran enfocarse en el hoy, su mundo ha girado tanto y tan rápido que prefieren pensar en el presente. 


Alguna de ellas se imaginaba superándose, estudiando y sacando adelante a su familia. Menciona que iba acompañada de su primo mayor de edad cuando la agarraron y la metieron al albergue, pues él no contaba con ningún documento que le cediera su tutela. Actualmente se encuentra en proceso de repatriación y nos menciona: “ahora que he tomado la decisión de no volver a intentarlo, no imagino mi futuro”. Así se diluye poco a poco el gran sueño americano de ella y muchas jóvenes adolescentes. 


Tal parece que, para algunas personas, el esfuerzo que han hecho hasta ahora, los retos que han enfrentado, la vulneración a sus derechos humanos y a su persona, no serán recompensados; pues regresarán a sus países con miedo, con inseguridad, y con la tristeza de saber que seguirán viviendo las situaciones de las que pensaron que escaparían cuando decidieron migrar. 

Para algunos otros el sueño continúa, esperando cumplir la mayoría de edad para salir de los albergues y seguir su camino hacia Estados Unidos, el país que a sus ojos, les ofrece las mejores oportunidades para conseguir educación, un empleo y mejorar no solo su calidad de vida, sino también la de sus familias.



Referencias 




Acerca de las autoras


Aimée Freyre 

Trabajadora social por vocación. Cree en la transformación de la realidad a través de la educación y la organización comunitaria. Actualmente trabaja como interventora educativa en Radix Education, con niñas, niños y adolescentes en albergues de Tapachula, Chiapas. 


Catalina Moreno 

Docente y profesional del Desarrollo Infantil Temprano. Busca que todos los niños, niñas y adolescentes tengan la oportunidad de crecer en un ambiente óptimo que les permita desarrollar su potencial. Se desempeña como Coordinadora Senior en Radix Education, con niñas, niños y adolescentes en situación de movilidad.


0 comentarios

Comments


bottom of page