La pandemia y sus repercusiones en México ha sido un amplio tema de discusión en los últimos meses. De esta conversación pública, me parece valioso resaltar un cambio de perspectiva que se ha manifestado en muchos padres de familia en relación a cómo se debe o puede educar a los niños a partir de los tiempos que nos ha tocado vivir. Como profesionista de la educación, he sido testigo de esta metamorfosis educativa y me parece útil y necesario analizarla para entender hacia dónde nos dirigimos en los próximos años en este sector.
Por generaciones, en México se ha pensado, no así en otras partes del mundo, que los niños tenían que educarse en la escuela y si ésta era disciplinada y exigente mejor, pues se aseguraba que con ese método, los niños serían personas de bien en el futuro. A lo largo de muchas décadas, los niños iban a la escuela a memorizar, a aprenderse las cosas sin pensar mucho en ellas, y no se esperaba mayor análisis o contribución del estudiante en su propio proceso de aprendizaje. Hace apenas unos años, era impensable que una madre decidiera quedarse con sus hijos en casa y educarlos ella misma, o que buscara algún tutor personalizado que lo hiciera, pues se pensaba que el futuro de esos niños se veía sumamente comprometido con esa decisión.
Vale la pena recordar que, en su mayoría, las instituciones educativas a las que hago referencia nacieron con la concepción de la educación heredada de la revolución industrial, la cual estaba enfocada en educar al mayor número de estudiantes de la manera más homogénea. La idea de la innovación estaba fuera del panorama, no se necesitaba gente creativa, siendo el enfoque primordial la estandarización de los conocimientos, independientemente del perfil de cada estudiante.
En tiempos recientes, se han desarrollado modelos pedagógicos más humanistas e integrales centrados en el estudiante y sus necesidades, que buscan salir de los modelos tradicionalistas, herencia del sistema industrial al que he hecho alusión anteriormente. Sin embargo, nada como la pandemia para crear un sismo en el mismo seno familiar. Este virus diminuto y potente forzó a dejar a los estudiantes en casa y obligó a los padres a involucrarse de primera mano en la forma en que estaban siendo educados sus hijos. Los maestros entraron en los hogares y los espacios de aprendizaje fueron observados con lupa por millones de padres de familia. En algunos casos el escrutinio fue positivo, pero en una gran mayoría, tanto en el sector público como en el privado, no fue así.
Ahora, después de año y medio en casa, atravesamos un ciclo escolar en el que se pretende que los niños regresen de manera presencial a sus colegios, en muchos casos con propuestas híbridas, esto es, mitad en línea y mitad presencial, o múltiples combinaciones de esta idea. Sin embargo, muchas familias, con el camino recorrido de estos meses y mucho aprendizaje de por medio, se han dado cuenta que la idea de regresar a sus hijos al sistema anterior podría no ser la mejor opción para ellos. Por supuesto, millones de familias mexicanas esperaban con ansia el regreso a las aulas presenciales, pero a diferencia de hace unos años, esa madre que mencionamos en un principio como alguien que habría tomado el camino “irresponsable” de contemplar una educación distinta fuera de las aulas tradicionales, está siendo ahora emulada por muchos sin el estigma de la irresponsabilidad o inconsciencia.
El abanico de posibilidades que se ha abierto para las familias mexicanas es una cuestión liberadora puesto que el hecho de que puedan decidir qué modelo educativo es el mejor para cada una de ellas les dota de una gran responsabilidad que antes el Estado tomaba como propia. Por supuesto, como toda elección implica pérdida y solo el tiempo revelará los déficits que cada modelo educativo carga consigo y cuáles son, por otro lado, los logros que son capaces de producir. Llegará el momento en que estos estudiantes “pandémicos” se encuentren en el mercado laboral y veremos los resultados de esta apertura en la concepción de la educación en nuestro país.
Acerca de la/el autor
Ángeles Pérez-Verdía es reconocida en el ámbito de la educación por su visión centrada en el desarrollo de habilidades socioemocionales de niños y jóvenes y el desarrollo de la inteligencia emocional en adultos. Actualmente, es Directora de Kinich School en Radix Education, iniciativa innovadora de educación básica en línea con estudiantes ubicados en toda la República Mexicana y en el extranjero.
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